Qué es el Lupus
¿Qué es el Lupus?
El Lupus es una enfermedad en la cual la inmunidad normal del paciente está perturbada. En el Lupus Eritematoso Sistémico (L.E.S.) el mecanismo de defensa del organismo comienza a atacarse a sí mismo creando un exceso de anticuerpos en el torrente sanguíneo que causan inflamación y dalo en las articulaciones, riñón, corazón, pulmones o cerebro.
El Lupus Eritematoso Cutáneo es aquél que sólo afecta a la piel, pero en algunas ocasiones puede degenerar en Sistémico.
Debemos aclarar que esta enfermedad no es contagiosa y su origen es desconocido hasta el momento.
¿Cómo se manifiesta el Lupus?
El Lupus es una enfermedad inflamatoria crónica; es decir: produce inflamación de los órganos afectados que persiste durante un largo período de tiempo, a veces durante toda la vida. No obstante, el Lupus se manifiesta alternando períodos de mayor actividad y sintomatología (brotes) con otros de inactividad (remisión).
Una de las principales características de esta enfermedad reside en la gran variedad de síntomas y combinaciones de síntomas que puede presentar.
Los síntomas varían enormemente dependiendo del individuo y del timo de Lupus que se presente. Puede aparecer sólo uno, o una combinación de ellos.
¿Quién puede padecer Lupus?
Se estima que en nuestro país, el 1% de la población puede estar afectado de Lupus. De ellos, el 90% son mujeres, principalmente de entre 15 y 55 años de edad. Puede aparecer a cualquier edad: infancia, edad adulta y ancianos.
Importancia del diagnóstico.
El Lupus puede comenzar con síntomas muy ligeros e indefinidos también presentes en otras enfermedades comunes. El diagnóstico precoz puede ser crucial para el tratamiento de la enfermedad y limitar así los daños potenciales en los riñones, corazón, pulmones y cerebro. En España el diagnóstico del Lupus Eritematoso Sistémico suelen realizarlo los médicos internistas, reumatólogos o nefrólogos; si se trata de Lupus Eritematoso Cutáneo compete al dermatólogo llevarlo a cabo.
Adaptación.
El enfermo de Lupus necesita adaptarse al ritmo que la enfermedad y los efectos de la medicación le imponen. Cuando se consigue, la calidad de vida mejora.
Es aconsejable realizar actividades como caminar, nadar o montar en bicicleta, para prevenir la debilidad muscular.
También hay que aprender a alternar las actividades habituales con períodos de descanso para controlar la fatiga.
SÍNTOMAS PRINCIPALES
Articulaciones doloridas e inflamadas.
Fiebre persistente.
Fatiga extrema prolongada.
Erupciones cutáneas, incluyendo las «alas de mariposa» en pómulos y nariz.
Dolores musculares.
Anemia.
Sensibilidad al sol o la lus ultravioleta.
Exceso de proteína en la orina.
Problemas de coagulación de la sangre.
Coloración blanca o azul de los dedos con el frío.